Motivación son motivos para entrar en acción. Pero, ¿cuáles son esos motivos?
El gran error de las empresas es pensar que motivación es la misma acción para todos y no es así. Cada empleado tiene sus propios factores motivantes y los superiores jerárquicos ante la duda tirán por lo fácil, el dinero, el billetaco.
Es como ese tío que en Reyes te da un vale del ZARA con 50€ o para gastar en el Fnac y te dice: “Lo siento Nachete, últimamente no tengo mucha imaginación”. Pues lo mismo, llevado al mundo empresa.
Empecemos por comprender que las empresas muchas veces no conocen ni el negocio en sí, como para saber cómo son los empleados…imagínate.
Recuerdo en 2012 cuando hacía el traspaso al nuevo propietario de la empresa, el inversor, y estuve 6 meses en ese proceso cuando en la convención de empresa a bombo y platillo anunció que si la empresa lograba los objetivos para 2013 llevaría a toda la plantilla de viaje a San Francisco. Nadie aplaudió. El Francés, por cierto de la peor calaña con la que me he encontrado en mi vida, no entendía nada, y es que en aquella época (quizás hoy también) no podían viajar libremente a USA los Rumanos, tenían que reunir una serie de requisitos que la gran mayoría no tenían. Pero él que llevaba más de una década viviendo en el país jamás se interesó por esos detalles.
Anécdotas como estas tengo a mansalva, de personas que no han entrado nunca a detalle para entender cómo es su empresa y cómo es su gente. Falta de interés, gente que vive por encima del bien y del mal, que no bajan a la planta baja ni para saludar. Es este mismo estilo de “liderazgo” el que pretende motivar a todo el mundo por igual, y nada más lejos de la realidad.
Encontrar el punto G de cada individuo requiere de sincero interés, de contacto habitual y de saber hacer las preguntas pertinentes.
Hoy, ofrecer un bonus de 2.000€ por trabajar todas las Navidades, puede ser efectivo para un boomer o un Generación X pero olvídate de convencer a un centennial. Pagar, bien pagadas, las horas extras a una mamá o papá que hace pocos meses que han parido tendrá la misma aceptación que un vegano en un asador argentino.
Cada persona tiene sus motivadores, y en ellos influye la generación a la que pertenecen, sus valores, sus momentos vitales y sus gustos particulares. Hay momentos donde necesitas más dinero y otros en los que necesitas más tiempo y a resultas de esto un premio económico cundirá más o te cundirá menos.
Durante mi época de CEO siempre he querido encontrar ese punto G. Por ello siempre les pedía que me dijeran 3 sueños por cumplir antes de morir, uno sencillo, uno medio y uno muy costoso y con ese Excel, llamado “el Excel de los Sueños” conseguí engranar una empresa que pasó de la bancarrota al éxito. Saber motivar significa saber tocar la palanca de cada individuo, saber cuál es el tornillo que encaja en el agujero de cada puerta.
Mamás primerizas deseaban tiempo, jóvenes que querían independizarse anhelaban dinero, personas de media edad donde estuvieron sacrificando muchos años hasta que los hijos se independizaron querían ver mundo, un viaje era el mejor de los motivadores, personas que estaban en almacén con espaldas cargadas se volvían ojipláticos cuando recibían un regalo de fin de semana en un balneario de prestigio para dos personas. Y así podría seguir con todos los regalos que fui dando a lo largo de mi trayectoria profesional. Fui más Baltasar que un CEO al uso.
Si quieres motivar, busca aquel motivo que hace entrar en acción a cada persona de manera única e individual.
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