Estoy seguro que últimamente te ha explotado la cabeza en múltiples ocasiones en plan súper estallido. No me extraña, en plan estás hablando con tus hijos y no paran de decir “en plan, en plan y en plan”, y en la mayoría de los casos puedes literalmente quitar esas palabras y la frase sigue manteniendo el mismo sentido, en plan que no aporta nada. Mi plan con este escrito es profundizar sobre este fenómeno desde la evolución de las generaciones, en plan una reflexión ¿sabes?

A lo largo de las generaciones hemos ido usando “muletillas”, que no son más que muletas que nos facilitan el caminar, en sentido figurado, es decir, nos facilitan el hablar/comunicar. No es ninguna novedad, de hecho una de tantas de generación X y “early” millennials es: “O sea” o “¿sabes?”

“Late” millennials y centennials han adoptado esta muletilla “en plan” que saca de quicio a padres y sobre todo a profesores y desde mi investigación propia (no te creas nada, es de mi cosecha con lo que el rigor científico tiende a cero) creo que tiene que ver mucho con el instagramismo o el tiktokismo.

Me explico, el anticipar la frase “en plan” nos evoca a una situación, es una manera que el léxico nos lleva a visualizar lo que va a pasar a continuación, nos lleva a experimentar. Estamos ante generaciones “imagen y vídeo”, la comunicación es paupérrima y preocupante y no podemos echarles la culpa de todo: han crecido entre dispositivos móviles que con imagen y vídeo suplen largas y nutritivas conversaciones que boomers y generación X tuvimos toda nuestra infancia con padres, hermanos, abuelos…

Y algo más, estas jóvenes generaciones han nacido con una televisión donde tertulianos de dudosa credibilidad, anoréxicos neuronales muchos de ellos, usan los platós como combate dialéctico de poco alcance, cuatro palabras ensayadas para poder responder/atacar cuando escuchan, y no escuchan para aprender, para profundizar ni para debatir pausadamente. Todo esto ha llevado a unos jóvenes con escasa práctica de la comunicación, ínfimo uso del enorme elenco de palabras que ofrece nuestra rica lengua castellana y además viviendo en un mundo paralelo en Redes Sociales donde Instagram y Tik Tok les ha llevado a un mundo de imagen, de vídeo y de experiencias.

Aclarados todos estos antecedentes, no me parece descabellado apuntar de nuevo a “en plan” como refugio, como salvación para poder empapar al oyente de lo que queremos expresar sin tener que buscar complicadas explicaciones, sino más bien llevando a esta persona a la situación que queremos describir y así que por un lado pueda vivir y entender gráficamente y visualmente lo que trato de explicar y por otro lado, poder ahorrarme el esfuerzo de crear un planteamiento con palabras que defina mis pensamientos de manera clara, ordenada y minuciosa. Palabras mayores para estos jóvenes.

Vemos un ejemplo simple. Si yo te digo “fuimos con mi padre y mi hermana al Camp Nou a ver el clásico y al llegar en plan lata de sardinas, no podíamos ni respirar” tú de alguna manera ya lo estás visualizando, “en plan” te lleva a la escena, de lo contrario quizás debería hilar un conjunto de palabras con sentido y eso ya es más laborioso, sería algo así como “fuimos con mi padre y mi hermana al Camp Nou a ver el clásico y al llegar estaba tan abarrotado, tan lleno de gente que no podíamos ni avanzar, apretado con mi padre y mi hermana apenas podíamos ni respirar, más de veinte minutos nos llevó pasar de la calle a la boca de entrada 16 que es la nuestra”.

Creo sinceramente que juntando la paupérrima habilidad comunicativa de los más jóvenes con un mundo gráfico y añadiendo a todo esto, que son generaciones que viven buscando la felicidad y experimentar, me lleva a pensar que “en plan” es su comodín, su carta secreta para poder expresarse de manera universal, fácil y sin tener que estrujarse demasiado el coco.

El “enplanismo” ha llegado para quedarse, mal que me pese, en plan forever.

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