Hace 2 décadas ya se comentaba que los robots acabarían destruyendo muchos puestos de trabajo. Nos la soplaba, porque nos pillaba o lejos en tiempo o lejos respecto a nuestro puesto de trabajo. Hasta aquí nada sorprendente.

Ya lo hemos ido viendo poco a poco, desde aparatos que barren tu casa pudiendo prescindir de la escoba de toda la vida hasta pobres empleados de supermercado explicándote cómo funciona el pago automático, sin necesidad de esa persona humana que va pasando código de barras a código de barras por el lector mientras te pregunta si necesitarás bolsas (a veces pienso que sobreestiman el tamaño de mis bolsillos). Triste, por cierto si lo piensas, es como si te dijeran: “Querido cliente, venga que le enseñaré lo que tiene que hacer para que mi puesto de trabajo sea totalmente prescindible”.

La cosa ha cambiado totalmente estos últimos años y es que ya la historia no tiene nada que ver con lo que hasta hoy teníamos asumido. Ojo, que lo que se viene es inexplorado e impredecible. Supongo que ya habrás oído hablar desde hace tiempo algo de ChatGPT, que vía inteligencia artificial es capaz de crear cosas, de inventar, de programar, incluso de dibujar y crear diseños gráficos. En Estados Unidos han incluso prohibido el uso en varias universidades y están atemorizados porque un profesor ya no sabe si el trabajo entregado lo ha hecho el robot o lo ha hecho un alumno y es que el nivel de “inteligencia” de estos aparatos es descomunal, nada visto hasta ahora. Más si lo contrastas con el nivel intelectual de los imberbes actuales.

¿Y dónde está el cambio?

El cambio es que antes pensábamos que la evolución tecnológica iba a destruir puestos de trabajo manuales, rutinarios, los que mirábamos por encima de nuestro hombro, pero esto le ha dado la vuelta. Esta nueva tecnología te va a decir accediendo en un segundo a toda la información del planeta y en tiempo real en qué acciones es más rentable invertir en este mismo instante, ¿Para qué quieres un asesor financiero? ¿Un consultor de inversiones?

Antes, delante de una radiografía sobre un posible tumor el ratio de error de un doctor que se ha chupado 10 años empollando y muchos años más después, es de un 10 a 12% de inexactitud, el de un algoritmo de inteligencia artificial hoy está en un 6% decía un experto ayer en la radio, y cada pocos meses va bajando ese número tendiendo a cero con su curva de aprendizaje a 240km/h y sin multas de la DGT. ¿Quién quieres que te revise tu futura mamografía?

Hasta ahora usaba mi Roomba para que limpiara mi oficina mientras yo creo posts como este que estás leyendo, pero ahora me estoy planteando pedirle a ChatGPT que me haga un artículo mientras yo barro. Seguro que lo hace mejor que yo.

¿Os dais cuenta de lo que se viene encima? A mí personalmente me aterra un poco…

Los CEO´s, Directores Generales, Directores de Departamentos se les paga para que piensen y que el ratio de éxito de sus decisiones sea lo más elevado posible frente a un mínimo de errores, de tal manera que el ROI de tu salario sea más que justificable cara a la propiedad. Hoy, la inteligencia artificial conectada con todos los datos internos de la empresa desde su fundación “matcheándolo” con todo el contenido del mundo que flota por internet será capaz de tomar las decisiones más perfectas, más oportunas, qué producto lanzar, cuánto invertir en un proyecto, qué posible cuota de mercado tendrá un nuevo servicio en un país determinado, incluso conectado con la red de ordenadores de la plantilla poder sugerir a alguien que se ponga las pilas, o que tome mejores decisiones o incluso proponer una reducción de plantilla con nombres y apellidos. ChatGPT me empieza a sonar a ChatCEO…

El tema es que vamos a un espacio desconocido donde las personas más cualificadas, con más prestigio y con mayores salarios quizás no sean las más eficientes luchando contra un algoritmo que usa la inteligencia mundial a la velocidad que tú guiñas el ojo a tu pareja. Acojona. Sí.

Pero siempre hay una oportunidad. Siempre. Las habilidades blandas, las soft skills, van a ser de nuevo los factores más decisivos para el éxito de una empresa, esas habilidades blandas que garantizan empresas robustas.

Por muy inteligentes y creativas que sean estas máquinas, estos algoritmos, hay una cosa que nunca podrán poner en práctica, la gestión emocional de las personas, el tocar la piel de tus equipos, el llorar juntos y celebrar abrazándonos. El futuro es de la inteligencia artificial y el futuro de los CEO´s será para aquellos que sepan liderar personas por encima de saber dominar una cuenta de resultados, las habilidades blandas por encima de la titulitis de turno.

El mundo ha cambiado, aunque todavía no hemos despertado de esta larga siesta.

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