Acabando el 5º curso en ESADE soñaba con ser CEO. Podría ser lo más parecido a un sueño húmedo de mi juventud.
Recuerdo bajar cada noche por la Avenida Pedralbes camino de Diagonal para pillar el bus 74 que me dejaba cerca de casa y recuerdo esos 20 minutos escuchando música con mi Walkman Sony color rojo imaginando situaciones fantasiosas en las que yo era el gran Director. Fantasiosas, entiéndase bien, porque jamás pensé que solamente me separaban 6 años a esos escenarios imaginarios que tan y tan lejos se me antojaban.
Hay que llevar cuidado con lo que uno piensa pues a veces se hace realidad, yo afortunadamente, lo he podido comprobar en varias ocasiones. Esta fue una de ellas, como te contaba hace escasos segundos, a los 28 años ya era CEO en un proyecto de retail internacional y desde entonces hasta ahora he disfrutado de mi sueño y he sufrido con mi soledad. Pasó de sueño húmedo a realidad congelada. Esa soledad que se sufre en silencio, como las almorranas. Siento la comparativa, pero no he encontrado otra más adecuada…
Arriba de la pirámide organizacional se siente mucho vértigo, se insomnia mucha responsabilidad y uno se siento muy solo, todos te admiran y te dicen que eres un “crack” pero solamente tú sabes lo largas que son las noches sin dormir, solamente tú sabes qué poco apetito se puede llegar a tener el día que tienes que rendir cuentas a la propiedad y solamente sabes tú qué poco puede durar la batería del smartphone cuando trasnochas por aeropuertos, trenes y hoteles.
Cuando has sido promocionado internamente ya habrás podido experimentar cómo es eso de pasar de tener colegas en la oficina a tener palmeros (y lo contrario, pero no lo sabes), de tener espacios de libre albedrío a sentir el encorsetamiento, de poder disfrutar de algún chismorreo con tus compañeros a tener que tapar esos impulsos a la altura de la nuez. Todo cambia cuando se engrosa tu business card.
Ser CEO significa cobrar por pensar y por decidir, y en esta simple ecuación brota un complejo sinvivir. Cuando uno debe tomar una decisión estratégica de la que dependen 600 familias se siente escalofríos, además en tiempos de pandemia cualquier decisión era equivocada, pero no decidir también era de algún modo “decidir”, y esa era la peor de las decisiones. En este momento histórico de prueba y error en bucle infinito, los CEO´s más que nunca han perdido confianza en sí mismos y han aumentado sus dosis de escalofríos. Ese miedo lleva en muchos casos a bloqueos, y de esos bloqueos vienen las inseguridades, los insomnios y en algunos casos se cae en depresión. No han sido pocos los CEO´s que han abandonado el barco en estos dos últimos años, porque cuando la salud se tambalea, el empleo cae en picado en el listado de prioridades vitales.
El CEO siente soledad porque su pareja (los que la tienen o lograron conservarla) no quiere saber más de los problemas de su trabajo, ya son muchas cenas aguantando chaparrones, siente soledad porque todos o la gran mayoría de los amigos del CEO no son CEO´s, hay músicos, abogados, parados, streapers, políticos… la cuestión es que ninguno de ellos va a saber dar un consejo sabio, podrán opinar, pero no influir con fundamento, pero esto último es lo que realmente necesita el CEO, además de sentirse apoyado y escuchado, pero el consejo de un amigo no impacta en la PL, impacta en tu estado de ánimo, que no es poco, pero no es lo que necesitas.
Llega un momento en que sientes que cualquier decisión es incorrecta y te apoyas en la solución fácil, que normalmente es la que sabes que le gusta a la propiedad, en ese momento pasas de CEO a FEO, a Failure Executive Officer, en el momento que ya no disparas balas sino que cuentas balas, en el momento que ya no te pagan por pensar sino por ejecutar y es en ese momento que tu autoestima cae, tus neuronas toman vacaciones y solamente tu bolsillo a fin de mes te hace creer que tomaste el camino correcto.
Es por esto que decidí sumarme a Vistage, un espacio donde CEO´s de diferentes sectores se reúnen un día al mes para apoyarse y crecer juntos, ven más 24 ojos que 2 ojos y eso es lo que hace Vistage, el remanso de paz y de crecimiento al problema de la soledad del CEO. Ya son casi 70 años de historia y 26.000 CEO´s activos a día de hoy, esto no es un experimento start-upero, esto es algo que funciona, y funciona muy bien.
Si te has sentido interpelado, si este artículo te ha “resonado” y eres CEO, escríbeme y hablemos de Vistage: nacho.barraquer@vistage.es
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