Mujer tenías que ser...

Advierto: Ya tengo mi casco militar y mi chaleco antibalas bien ajustado al torso para lanzar hoy un artículo que se titula de esta guisa…Ya puedo ver tus ojos en modo “censura + piel fina” devorando estas palabras.

Pero no, esta vez no voy a entrar al trapo, no quiero caldear el ambiente con vacuas discusiones sobre cupos, sobre feminismo, sobre quién se permite el derecho de abanderar el movimiento y quién no, de verdad, no entraré en este berenjenal porque seguro que atraería a mucho/a/e hater edulcorada y rebajaría tanto el debate que ahí abajo me ganarían por experiencia.

Me considero un tío íntegro, inteligente y que además de tener un curso a la venta en mi web para empoderar a la mujer en el mundo laboral ya he hecho varias ponencias al respecto como “experto-conocedor” de la materia. Dicho esto, cualquiera que tenga dos dedos de frente se puede imaginar más o menos por dónde van mis tiros ideológicos en este tema. Y sí, soy hombre, muy hombre, y soy tu aliado, no tu enemigo, no caigas en el juego electoral de cuatro semi-licenciadas de chaletaco con piscina y pancarta bélica.

Voy a centrarme en lo que realmente tiene valor, lo que de verdad puede aportar algo al querido lector. Hablemos de liderazgo, y especialmente de liderazgo femenino.

Que hombres y mujeres somos distintos es algo que a estas alturas de la película no vamos a discutir. Y me permito tener un análisis dual, no voy a entrar en las doscientas clasificaciones de género que hoy un centennial podría relatarte mientras tú, especialmente si ya peinas canas, te quedas ojiplático. Para comenzar, el cerebro masculino trabaja de manera distinta al de una mujer, científicamente comprobado, el lóbulo izquierdo, el de la lógica predomina principalmente sobre los hombros de Paco, e incluso las conexiones con su otra parte, la emocional y creativa, son cortas y dificultosas. Es como si Paco pudiera abrir o un cajón u el otro, mientras que María abre un cajón y dos compartimentos distintos en el mismo cajón le permiten seleccionar las prendas que quiere. Las conexiones entre lóbulos son fáciles y fluidas, es por eso por lo que generalmente María puede ordenar su armario mientras escucha perfectamente la conversación de Paco con su hijo. Sí, Paco, pueden hacer varias cosas a la vez, no lo intentes hacer tú, ya sabes cómo acabó el Costa Concordia…

Además de esto la visión es distinta. Está comprobado que las mujeres ven el color verde y el amarillo más intenso que los hombres y que podéis distinguir entre muchas tonalidades de colores distintos de manera liviana. Es como si tuvierais un libro de Pantone con 1.000 colores distintos y a los hombres en la placenta nos hubieran entregado el formato reducido de viaje. Por eso Paco no entiende qué es el “rosa palo”, y desde luego le da mucho palo preguntarlo.

Venimos de mucho atrás, de cuando Jordi Hurtado era bautizado. Cuando el hombre era cazador y la mujer recolectora, mucho antes que surgieran las leyes de paridad. El hombre ha desarrollado a lo largo de los siglos una visión en forma de túnel y con gran capacidad para poder identificar movimientos muy veloces e inesperados. La vista del hombre está preparada para cazar antes de ser cazado. En cambio, la mujer tiene una visión más periférica, es por eso que no sólo ven mejor los detalles, sino que son por norma general más detallistas que los hombres, por eso mismo, los detalles eran condición necesaria para poder nutrirse o no, la pequeña gran diferencia entre vivir o morir.

Por eso Paco no encuentra la sal que, por cierto, tiene delante de sus narices. María, no te enfades, es lo que hay.

Habiendo hecho esta pequeña introducción todo nos lleva a confirmar que, si somos distintos, somos también distintos en la manera de liderar y aquí te voy a pasar unos tips/comentarios que espero te sirvan:

  • En el mundo laboral el hombre busca la razón, la mujer el consenso. El hombre busca culpables, la mujer soluciones. Esto que parece muy simple, explica muchos de los conflictos actuales en las organizaciones. El hombre sigue viviendo como si estuviera cazando, como si liderara una guerra, y es por eso que debe haber un ganador y un culpable. ¿Os habéis preguntado por qué ninguna mujer ha empezado ninguna guerra en un mundo que no ha tenido jamás un día en paz desde que tenemos registros?
  • El síndrome del impostor está estadísticamente más presente en los hombres que en las mujeres. Y eso es el germen de la inseguridad que en el mundo laboral y especialmente en los pisos más altos de la jerarquía deriva en agresividad, en malas formas, para proteger un niño indeciso y acomplejado que no ha dejado de crecer. No quieren ser descubiertos y de ahí salen las defensas que enmierdan los ambientes laborales.
  • Boys don´t cry. Los hombres no lloran, y “gracias” a eso los hombres llevamos un siglo de desventaja respecto a las mujeres en términos de inteligencia emocional. Hoy cuando debo fichar a alguien lo que primero evalúo son las ganas, y lo segundo, el nivel de inteligencia emocional que posee el candidato, porque esas son las herramientas necesarias para los tiempos cambiantes y convulsos que nos va a tocar vivir. Y ahí, las mujeres ganan por goleada. ¡Es hora de ponerse las pilas machotes!
  • El liderazgo masculino está enfocado a resultados, y el femenino en bienestar. Los hombres miran el dato final, el KPI, el OKR, el Budget, las mujeres piensan en cómo crear un equipo y un ambiente propicio para llegar a ese fin. La mujer líder vive en el medio, el hombre en el fin, y es por eso por lo que las mujeres saben dar mejores resultados, guste o no guste esto que acabo de decir.
  • El hombre ve la negociación como una guerra a ganar y la mujer como un conflicto a resolver. De esta manera es habitual que haya vencedores y vencidos cuando el CEO mea de pie, que haya muertos detrás de los armarios, en cambio la mujer cuando negocia sabe encontrar ese justo balance donde todos perdemos algo para ganar el consenso. Es por eso que las negociaciones lideradas por mujeres son siempre más largoplacistas y las de los hombres buscan el éxito “one shot”, por eso hay excelentes hombres vende motos, o vende coches, y en cambio, no tantas mujeres en ese aquí te pillo y aquí te mato.
  • Las armas que usa el hombre en una negociación son los datos contrastados, en cambio, la mujer se sirve de la inteligencia emocional. Hace 30 años los hombres tenían el mejor tanque de guerra, hoy que los datos ya pertenecen a la red de redes, a la inteligencia artificial, y en un mundo loco donde incluso ChatGPT podrá tomar mejores decisiones analíticas que el CEO, sólo nos quedará la inteligencia emocional para saber motivar y fidelizar talento, negociar y construir relaciones a largo plazo. Esta guerra ya no se gana con las armas del pasado, esta guerra la ganarán las mujeres.
  • El liderazgo femenino es comunitario, social y participativo. En cambio, el masculino es autoafirmativo, jerárquico y transaccional. Y esta diferencia se ve mucho más acusada en boomers y generación X, afortunadamente en millennials y especialmente centennials esta diferencia se va diluyendo paulatinamente. En esto vamos progresando adecuadamente.
  • Para rematar, y viniendo de la explicación de cómo es la visión de ambos géneros, el liderazgo y la negociación femenina es periférica y busca siempre el consenso. En cambio, el hombre no deja de ser un cazador con corbata que sigue buscando ganar aunque deba morir la presa.

Espero que estas conclusiones te hagan reflexionar, entender muchas situaciones en la empresa y sobre todo que nos haga pensar para seguir mejorando, para seguir luchando por una igualdad real y que juntos somos más fuertes, que somos aliados y no enemigos como algunxs quieren hacer ver.

Mujer tenías que ser, ¡afortunadamente!

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Advierto: Ya tengo mi casco militar y mi chaleco antibalas bien ajustado al torso para lanzar hoy un artículo que se titula de esta guisa…

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