Últimamente oímos tambores de guerra y es que se espera una fuerte crisis después de verano,pero esto no va solamente de precios desorbitados de materias primas, de energía, de logística…esto va de una crisis bien profunda que está en nuestras manos.
Venimos de un período pandémico (¿o PLANdémico?) donde muchas personas han presentado su renuncia a vivir en el sistema empresarial hasta entonces conocido. Una época donde los seres humanos han comprendido el tiempo que se puede ganar teniendo formatos presenciales híbridos y sobre todo un momento histórico donde se paró el reloj y se nos mandó al rincón de pensar. Y de esos lodos, estos barros, y de esos rincones, estos revolucionarios…
La crisis, como decía, no viene solo de lo que no controlamos, de lo que con nuestro voto otorgamos plena autoridad y derecho a personas que no han gestionado la mayoría ni un 50% de lo que la mayoría de mis contactos en LinkedIn han hecho en su carrera profesional. La crisis viene de lo que está en nuestras manos y ahora, de golpe como cuando se seca el río y se ven las piedras, salta a la vista y…no, no tiene final feliz:
Después de este desalentador comienzo, no tiremos la toalla. Todavía existen empresas y por suerte cada vez son más, y serán más (por lo menos si pretenden sobrevivir) donde se buscará un bienestar organizacional 360º con el foco en cliente ofreciendo productos y servicios que hagan de este mundo un sitio más feliz, un lugar más habitable, un ecosistema donde queramos que crezcan nuestros nietos.
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