La imbecilidad del famoseo a cualquier precio ha llegado y me temo que no tenemos, ni tendremos, vacuna.

A los boomers les preguntaban qué querían ser de mayores y lo tenían muy claro: “jefes”. Habían visto pasar demasiadas penurias como para no ansiar una vida más abundante. Los generación X queríamos ser futbolistas, cantantes, inventores, astronautas…, hoy quieren ser influencers o narcos. Y no es broma.

De encuestas a colegios saltó la alarma. ¿Cómo no van a querer ser narcos en un mundo con 40% de paro juvenil y donde estos personajes viven rodeados de billete gordo, sexo fácil, fiesta y lejos de las insaciables zarpas de Hacienda? Y esto es fruto de un pésimo control parental por padres analfabetos digitales más una falta de censura publicitaria, donde por ejemplo, se permitió en pleno centro de Madrid colgar una lona, que podría verla hasta el mismísimo Dioni desde Brasil, con una “clencha” de cocaína que decía “Blanca navidad. Narcos. Netflix.” Y tan contentos…

Hoy quieren ser influencers. Una vida fácil, ganando muchísimo dinero a cambio de hacer imbecilidades. Hay personas que simplemente emiten cuando comen en directo, y hay gilipollas, perdonadme la ordinariez, pero no me cabe otro adjetivo, que visionan a desconocidos comiendo, bailando o simplemente jugando a videojuegos y dejan de lado a esos abuelos que tantas historias enriquecedoras podrían contarles, y que su presencia en el mundo real, no virtual, tiene fecha de caducidad. Y un día llorarán (por lo menos pondrán ese emoticono).

Millones de infantes dilapidan sus mejores años enganchados a Tik Tok y esto es peor que una pandemia. Neuronas en el corredor de la muerte y sin dejar tiempo para poder crear algo saludable, algo que aporte valor a este mundo cada vez más carente de valores y con más cercana fecha de cierre.

Los que hoy podrían salvar el mundo, los que hoy son nuestro futuro debo deciros que están entusiasmados mirando como sus ídolos imberbes comen spaghetti, o hacen un baile de lo más ortopédico, pero enseñando muslo, eso sí, belleza y sugerencia ante todo. Redes sociales como Tik Tok hace consumir tiempo a sus seguidores, un consumo de tiempo que tiene un coste de oportunidad muy elevado, un tiempo que pudiendo ser usado para enriquecerse de otra manera se usa del peor modo.

Una vez leí que Lamborghini no hacía anuncios televisivos porque sus consumidores potenciales no están viendo la tele. Hoy todos esos jóvenes cargados de esperanzas consumen sus mejores años arruinando sus posibilidades de abundancia viendo a otros, que sí la tienen, haciendo imbecilidades.

Juventud divino tesoro. Padres, repito, analfabetos digitales, tratando de legislar para que el amable piropo del paleta encaramado sobre el andamio sea considerado “acoso sexual” mientras sus hijas cuelgan fotos con un mini tanga y poco más a cambio de 280 seguidores más, muchos de ellos pedófilos enmascarados tras un falso perfil de quinceañero gafapasta.

Es de locos.

Ver vidas falsas y retocadas de otros genera depresión por inevitable comparativa. La segunda causa de muerte en adolescentes entre 14 y 19 años ya es el SUICIDIO. Ya sé que esto no se llevará muchos LIKES, pero es la puta realidad.

Resumen: estamos a tiempo (creo) de parar esta epidemia donde jóvenes ansían ser influencers, ser virales (¿viene viral de virus?), vivir tocándose las pelotas a través de Redes Sociales. El control parental y los valores están de puertas adentro, no perdamos esta oportunidad antes que sea demasiado tarde.

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